DIARIO DE UN ERASMUS ABURRIDO
Debo ser sincera y decir que hoy no tengo mucho tiempo de aburrirme, pero necesito un descansillo, y bueno tampoco hay mucho que hacer en este sitio que llaman laboratorio, llevo ya casi un mes aquí y bueno ya se ha acostumbrado el animo. Todo esto se presenta como algo bueno, muy bueno, debo decir que estoy muy contenta de estar aquí y de no permitir que me ganara el miedo. Ahora se ve todo más fácil, salvo lo de montar en bici, claro, mas simple, cosas que antes parecían esenciales se vuelven absurdas, cosas que antes eran absurdas se vuelven esenciales.
De camino a la residencia me decía Liliana que todo lo que aprendemos merece la pena, porque no sabes cuando te va a hacer falta, lo mismo que con la bici, con millones de cosas, espero que no se olvide lo que se aprende en momentos en los que si tú no eres capaz de hacer algo nadie lo hará por ti y aprendes a ver el camino por donde sea, como sea.
También se aprende a querer cosas que no eran familiares, como la lluvia a diario, o la calefacción, el idioma lógicamente, ajetreo en el pasillo, la confianza de los belgas con todo, el tranvía, que no se paga si no se sube el revisor y su “de voldege de halte Saint Pieter Stassion” y por qué no los 20 minutos de camino de todos los días.
La última vez que escribí decía que echaba de menos las lentejas, y de repente una compañera de la resi que resulta ser también ing. química va y nos hace lentejas, debo decir que fueron las lentejas que me he comido con más ganas en toda mi vida. Gracias Isa, a veces se encuentra un respiro para la nostalgia en las personas que menos esperamos. Como el otro día, cuando fui al ayuntamiento y la chica que me atendió llevaba un indalo colgado en una cadena y me quedé mirándola como tonta, me dio mucha alegría ver un símbolo tan familiar en un lugar tan extraño.
Es curioso como se valora el tiempo ahora, incluso el sueño llega a convertirse en tiempo perdido ante tanto que ver y descubrir. El afecto que antes parecía algo efímero ahora se convierte en esencial, echar de menos un abrazo o una broma familiar es algo diario, pero a cambio se recibe todo lo que se encuentra alrededor como algo positivo.
Ire, todavía me acuerdo. No sé si seré pesada, pero en serio lo que importa es la calidad de los momentos que vivas, no las personas, no los lugares, lo que importa es lo que un momento nos pueda aportar a nosotros mismos, a nadie más, ahí es donde esta la calidad.
PD: los belgas siguen siendo mu raros, pero en fin, supongo que ahí esta el encanto…Las cosas a las que estamos acostumbrados nos aburren…
martes, 16 de octubre de 2007
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